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viernes, 14 de octubre de 2011

La triste historia de Elena Tontón y Lebrón el desalmado


Por German Marte


La morena de ojos grandes y sudorosa frente parece más un personaje de novela que una persona de carne y hueso.

Elena Tontón, a quien la DNCD y Roberto Lebrón han hecho aparecer en la portada de todos los diarios dominicanos, como si fuera una vedette, es una persona común y corriente, de aspecto más bien tímido.

Por sus apellidos Tontón y Simeón uno presume en seguida que esa mujer es haitiana, pero no. Elena es una dominicana como muchas otras que vive del negocio que está de moda: la venta de droga al menudeo.

Según la DNCD, Elena Tontón ha sido apresada 19 veces “con la droga en la mano”, y en igual número de veces ha quedado en libertad a los pocos días. El fiscal aclaró que sólo ha sido sometida nueve veces, pero da igual.

Se la presenta como un caso perdido, sin remedio. Una reincidente, una vendedora impenitente. Es, sin duda, una buena candidata al libro Guinness como “la mujer que más veces ha caído presa por el tráfico y venta de droga en el mundo”.

Ese monstruo llamado “opinión pública” la tiene como un enemigo de la sociedad.

Pero yo digo: ¿Elena Tontón es víctima o victimaria?

¿Cuáles son los jefes de Elena? ¿Dónde está su suplidor? ¿Qué cantidad del fruto del sudor de Elena se ha quedado en manos de la Policía y los agentes de la DNCD que la tienen como “banquito de picar carne”, donde ud. va, mete la mano y de seguro encuentra algo?

¿Por qué se le dispensa un trato tan diferente al que le dan a Sobeida? ¿Por morenita o por minorista? Es un asunto de clase.

A la glamurosa amante y cómplice de Figueroa Agosto se le permite usar celulares en la celda y llevar su maquillaje al tribunal, y se le transporta en un carro blindado con aire acondicionado, y además presume públicamente de su cartera Louis Vuitton, mientras se hace notorio el comadreo en la sala de audiencia con otras empleadas de la lavandería de Figueroa Agosto.

Pero a la presumiblemente grajosa de Tontón no. A Elena la cargan como a una vaca en la perrera de la DNCD y no dejan ni siquiera que se limpie el abundante sudor que mana de su frente.

Para colmo, el vocero de la DNCD se encarga personalmente de mandar las fotos de una Tontón sudorosa y “asutá”, sin ningún caché. ¡Qué barbaridad!

Soy testigo de que en la redacción de los diarios algunos periodistas se burlan cuando ven la cara de “azorá” que tiene la Tontón. “¿Otra vez?" Dicen, antes de que de su boca escape una carcajada que pronto contagia a los presentes.

Yo siento lástima. Ella, aunque feísima, es más víctima que victimaria. Ella y su familia no son santos, pero no hay dudas de que son menos peligrosos que Arturo del Tiempo y sus socios civiles y militares, de quienes, por cierto ya nadie habla, ni los periódicos publican sus fotos.

Así como en cada barrio hay un tipo en cuya cara se pierden todos los pescozones, para mí, Elena Tontón es una especie de “chivo expiatorio”. Cada vez que DNCD no tiene a quien coger para mandar sus notas de prensa mostrando su "eficiente" lucha contra el narcotráfico "arranca como un chele" para la casa de Elena Tontón, seguros sus miembros de que allí sí van a encontrar…y, efectivamente, siempre hay.

La dramática historia de Elena Tontón parece sacada del mítico Macondo de García Márquez, sólo que en su caso no es el fruto de la fecunda imaginación de un novelista, sino una realidad hija de la marginalidad, la exclusión social de un sistema capitalista que promueve antivalores como el narcotráfico, el enriquecimiento a cualquier costo y por cualquier vía.

Un sistema que ha inculcado en el imaginario colectivo que tener es más importante que ser. Que el dinero es lo más importante, independientemente de lo que haya que hacer para conseguirlo, ni si tienes que degradarte, ni que se burlen de uno, como ocurre con la ya célebre Elena Tontón.

Por eso, amigo mío, la próxima vez que Lebrón informe triunfante que miembros de la DNCD apresaron por vigésima vez a la narcotraficante Elena Tontón no se burle, no se ría. Piense en las causas que generan este fenómeno, este mal ejemplo.

Pregunte, por ejemplo, por qué nunca han agarrado al mayorista que le suple la mercancía a esta mujer y por qué a pesar de que la han detenido tantas veces, vuelven a poner droga en sus manos, lo que evidencia que es una excelente distribuidora, pero sobre todo, que es confiable, porque contrario a Quirino, Agosto, Sobeida, Madeline, Leavy Nin y otros sapos, nunca abre la boca.

Más aún, que mientras exista exclusión social, pobreza y falta de empleos, y mientras la droga sea negocio, habrá Elena Tontón.

Y eso es parte de nuestra derrota como sociedad.

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