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viernes, 27 de enero de 2012

El último zarpazo del “León” y la necesidad de un gran terremoto social










Por German Marte







La composición de las altas cortes a finales de 2011 demuestra hasta qué grado las ansias de poder e impunidad han obnubilado al presidente Leonel Fernández y la cofradía que le acompaña en el gobierno.

El presidente actuó sin disimulo. Y súbitamente, con un solo movimiento se llevó de paro a un hombre decente como Subero Isa y prácticamente relajó a su consentido Luciano Pichardo, al tiempo que colocó en la Suprema Corte a uno de su grupo dentro del PLD, donde además sus conmilitones representan una mayoría aplastante.

Asimismo, aseguró una mayoría mecánica en el Tribunal Constitucional, donde puso a Milton Ray Guevara, buen abogado, perredeísta del grupo de Miguel Vargas, pero sin el carácter suficiente como para que uno pueda confiar en su independencia respecto del Ejecutivo, la PUCMM y el empresariado.

Y en el Tribunal Superior Electoral, que aparenta ser la excepción, pese a que hay una persona con una trayectoria limpia, el doctor Mariano Rodríguez, también impuso su mayoría.

Encima de esto, la mayoría de los escogidos para integrar la Suprema Corte son abogados penalistas, a pesar de que entre los aspirantes había gente muy preparada en materia laboral y asuntos de tierra, por ejemplo. Pero esto no es un desliz del Consejo Nacional de la Magistratura, no se trata de un asunto casual.

Así, lo que debió ser una oportunidad para avanzar en materia institucional ha sido aprovechado de manera aviesa para afianzar el poder de un solo individuo y su reducido grupo.

Y ante tanto afán de poder cabe preguntarse: ¿Cuál es el miedo de este hombre, si ya está a punto de salir del Palacio? ¿A qué teme el Presidente que se empeña en convertirse en el Poder detrás del trono?

Leonel y su gente tienen control del Senado, la Cámara de Diputados, la Suprema Corte, la Junta Central Electoral, la Liga Municipal Dominicana, la Cámara de Cuentas, el Tribunal Superior Electoral y el Tribunal Constitucional. Y ni hablar de la fortuna acumulada por algunos de sus más cercanos colaboradores, cuyos nombres no hay que citar porque todo el mundo sabe a quienes me refiero.

En mi opinión, el control omnímodo que se agenciado Leonel Fernández es un golpe severo que atenta incluso contra la pseudo democracia que tenemos los dominicanos.

Es, en esencia, el último zarpazo del “León” y a mí me recuerda una película de Bruce Lee: “Garras de tigre”.

Es como para que uno termine de convencerse de que en la República Dominicana, más que un sismo como el de 5.3 grados en la escala de Richter que se registró este jueves 5 de enero, es necesario un gran terremoto social que estremezca y arrase con las podridas estructuras de un sistema político y económico basado en la corrupción, la exclusión social y la injusticia.

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